Decidieron tocar y hablar de una temática sensible, que invisibilizamos y que cuando no podemos negarla, la miramos de reojo. Hablan de discriminación, de la negación a lo diferente y del intento de pertenecer cueste lo que cueste.
Sus actores tienen un amor por la obra que no se ve muy seguido, y cada detalle que la compone hace de la puesta algo único. Tiene corazón, entusiasmo, dedicación, chispa.
Gabriela Vázquez, Flavia Salim y Gustavo Vergara son los creadores y quienes le ponen el cuerpo a “Las Marrones”, una propuesta teatral que surgió de la necesidad de visibilizar lo distinto. Son ellos quienes nos cuentan en primera persona de qué se trata la obra.
¿Cómo nace Las Marrones?
G.Va.: Nace de un tema personal mío, que es descubrir que mi bisabuela en Guachipas no tenía documento de identidad. Y eso me hizo un ruido muy fuerte, ver que mucha gente de los pueblos originarios no tenga identidad en este país. Eso me quedó resonando en el cuerpo.
Me encontré con Flavia y hablando de hacer algo juntas le conté la idea, lo sumamos a Gustavo y entre los tres empezamos a hacer un proceso de creación colectiva y de ahí nace el texto.
¿La obra de qué se trata?
F.S.: Habla de la discriminación, principalmente por el color de piel y por el estrato social. Nos motivó trabajar este tema muy asociado a lo que contaba Gaby porque Salta es una de las provincias que más índice de discriminación tiene y los principales motivos son color de piel y la pobreza según los últimos datos del INADI.
Nos interpeló la idea de trabajar un tema con importancia social desde la comedia, hacerlo con humor.
¿No es un texto dramático?
G.Ve: Es del género del absurdo.
F.S.: Buscamos esta forma creativa de denunciar las cosas a partir del humor y dejar mensajes también.
¿Qué mensaje querían dejar?
G.Ve: Más que dejar un mensaje, lo que queríamos lograr es que se hable del tema, porque con este disparador de lo que le pasa a Gaby con su bisabuela, uno se pone a pensar cómo puede ser que esto pase desapercibido.
Entonces decidimos hablar de todo, pero a través el absurdo.
Nos pusimos de acuerdo en que no lo queríamos decir de manera explícita y puntual sino plantear la temática y que la gente haga su propia reflexión. Porque si bien se habla específicamente de esa discriminación, yo creo que abre un poco el juego a que todo lo que sea distinto…a la hoguera.
G.Va: La obra habla de eso, todo lo que sea distinto se tiene que abolir.
G.Ve.: No podés ser bajito, no podés ser alto, no podés ser vegetariano. Por eso se vuelve absurda.
F.S.: Si bien abre ese abanico, la obra habla sobre las marrones, que están huyendo de una posible aniquilación, de una entidad que es bastante estricta.
G.Ve.: De un régimen, militar, autoritario, aniquilador.
F. S.: Si bien se mencionan otros tipos de discriminación, el eje es el color.
G.Ve.: Estaba pensando en el germen de cómo empezamos a escribir, empezó con tres personas que se encontraban en un mundo en donde no había más gente, y que probablemente tenía que ver con algo catastrófico pero que también tenía que ver con algo social, como que estas son las 3 últimas personas marrones que quedaron ¿cómo hacen para construir un mundo de vuelta?
Es un mundo hegemónico en el que todas las personas distintas están siendo perseguidas y ellas se ocultan de este regimen.
F.S.: Gustavo es parte de ese regimen hegemónico.
G.Va.: Trabajamos haciendo humor los tres, lo sabemos hacer, nos sentimos cómodos y dijimos: esta obra tiene que ir con humor hacia la gente porque es un tema bastante fuerte y que por ahí la gente no tiene ganas de escuchar.
Yo creo firmemente que la gente no quiere hablar de racismo porque no lo quiere evidenciar, que siga tapado, que mi empleada siga siendo la negrita. Entonces, si le vas a dar un drama a la gente con esto no va a ir porque no se va a sentir cómoda. Ahora, con humor es otra cosa.
Y nosotros sabemos que es un tema tan fuerte que la gente se va a ir hablando y se va a poner a reflexionar.
El objetivo principal, por lo menos para mí, es poner sobre la mesa el racismo que existe en la Argentina tapado de naturalidad.
Acá el que sufre el racismo es el morocho, el de los pueblos originarios. Argentina se cree blanca y está todo bien porque esta tierra se hizo de inmigrantes, y todos sabemos esa historia, pero la mayoría de los habitantes de este país son marrones, una Argentina que se cree blanca y que es marrón.
Si no decís: Argentina es racista, pasa desapercibido. Y eso existe, entonces es nuestra manera de presentar en esta Salta aristócrata el tema de las marrones con humor.
¿Cuándo iniciaron el proceso creativo?
F.S.: Empezamos a improvisar en octubre, y entre enero y febrero tuvimos el guión.
G. Va.: Se venía el estreno y nosotros seguíamos decidiendo qué quedaba y qué no.
¿Y a quién le tocaba esa parte?
F. S.: Entre los tres. ¿pero sabés cuándo terminamos de encontrarle la vuelta? Cuando invitamos a Cata Collado a hacernos la escenografía. Ella se sentó a ver el ensayo y nos dijo: Si, pero no me cierra esto…Y otra vez los tres a trabajar y a pensar para darle un cierre, un final distinto al que tenía.
Ella fue la primera espectadora que tuvimos, que en realidad fue a diseñarnos la escenografía que está genial.
G. Va.: Es preciosa. Es toda de cartón.
Yo amo la cabeza que tiene Cata, es muy creativa. Y desde que pensé esta obra, pensé en cartón. Por el color, y por la facilidad que para mí podía significar una escenografía hecha en cartón.
Después Cata me hizo ver que no es tan sencillo, pero le encantó trabajar con el cartón, porque también es marrón y es un material que se usa mucho.
Que también tiene su mensaje. Tiene toda una connotación.
Cata lo transformó en una escenografía que parece un cuento.
G. Ve.: Y está esto de las apariencias también, ellas que se ocultan, tienen toda esta casa que es marrón y la tapan para pertenecer o morir en el intento.
G.Ve.: Eso es lo que tiene Cata de bueno, busca estar en todo el proceso creativo, entonces sabe de qué va la obra y lo pone en escena. Eso es hermoso para mí, porque no es solamente el escenógrafo que va y te hace lo que vos le pedís.
F. S.: Hizo el vestuario también que está bellísimo, usó materiales reciclados. Está muy bueno.
G. Va.: Yo estoy muy feliz con la obra porque todo el proceso está pensado.
Y la dirección, si bien la hicimos entre los tres, después nos dimos cuenta que necesitábamos a alguien que nos mire desde afuera y por eso es que la convocamos a Roxana Lugones. Ella no quiso modificar la obra, pero sí intervenir y hacer una supervisión de dirección.
¿Cómo se sintieron ustedes y cómo fue la respuesta del público después de la primera puesta?
G. Va.: A mí me conmovió mucho, porque fue una devolución muy generosa de gente que no es del teatro.
G. Ve.: Lo que por ahí estaba pensando es que la comunidad de teatro no está tan fraternizada.
¿Eso es de ahora o es una característica de la comunidad teatral salteña?
G. Ve.: Me parece que es una característica del teatro salteño, pero siento que ahora está cambiando.
F. S.: Ahora nos empezamos a unir, a tener reuniones para ver cómo íbamos a hacer.
G.Va.: Si no estamos reunidos nos van a pasar por encima.
F. S.: Pero por lo menos unidos, entonces no te duele tanto.
Después de la primera puesta hubo mucha devolución de risa y estamos felices.
G.Ve.: Fue sorpresiva, y fue muy lindo. Yo personalmente le tenía un poquito de desconfianza al absurdo que planteamos y se ve que no es tan absurdo y que la gente lo entiende. Quizás lo entendió por la cotidianeidad de la temática.
Y la risa fue desde el momento uno.
F. S.: A mi me encantó porque después los comentarios eran: Guau, qué buena que está. Me decían: Nos reímos durante toda la obra y después nos quedamos como en sock, en el sentido de hablar del tema, de reflexionar.
G. Ve.: Lo de la reflexión tiene que ver con que cerca del final hay un suceso que es grave. Y muchos de los comentarios que me llegaron a mí es que generó conflicto. Me decían: ¿por qué hicieron eso? Creo que está bueno porque no se resuelve, es como que no se resuelve la condición humana, pasó porque así somos. Durante toda la obra vos ves algo, te reís, y pum, sucede eso.
Pero si una parte de la obra habla de que ese hecho grave pasa porque somos así y que es parte de nuestra condición humana…¿llega el mensaje que quieren dar?
G. Va.: Yo creo que el mensaje no es ese, pero sí es una característica en la que nos reconocemos los seres humanos, que por ahí somos así, y el mensaje es que cambiemos un poco.
A la gente le hace ruido lo que pasa porque muestra sus propios defectos, es un espejo de lo que no quiere ver.
F. S.: Cuando es con humor está todo habilitado. Y para mí es buenísimo lo que pasa, porque tampoco es un santo el personaje de Gustavo.
G.Va.: Esto tiene la obra, que la gente se sentó a hablar del tema. Genera esto, de ponerlo en diálogo, de ponerlo sobre la mesa, que se hable del tema.
F. S.: La gente habla y es lo que queríamos lograr. Que se instale el tema y después todos los cambios y modificaciones están en cada uno.
Y nada es absoluto, no es que todos los marrones son así y todos los blancos son así. Para nada queremos hablar de eso, sino de una forma mucho más amorosa, amigable, desde el humor y la parodia.
G. Va.: La obra tiene muchas características relacionadas a lo que estamos viviendo hoy como sociedad. La gente está viviendo con miedo, a no poder comer, a no poder subsistir.
F. S.: También es una forma de aniquilar de manera indirecta. Nosotros también sentimos como actores que tenemos la necesidad en estos contextos de ponernos en juego, y hacer teatro a pesar de que nos hayan acorralado.
Es una forma también de denunciar, estar presentes, comunicar y hablar de cosas que no son fáciles de hablar.
G. Va.:. Sobre todo porque el momento que está viviendo el arte en general es tremendo, nos están acorralando, nos quieren hacer desaparecer diciendo que la cultura no es trabajo.
F. S.: Por lo general generamos más trabajo del que ingresa, además es salud, cuando vas al teatro y podés reír y manifestar tus emociones, tener un momento de disfrute, eso es salud. Y nunca estuvo valorado como tal, no lo ven así, es una pena.
G. Va.: Que la gente vaya a ver la obra, vayan a divertirse, vayan a pasarla bien. La entrada sale $6.000, no es una entrada cara, y las pueden sacar por saltaticket.
F. S.: Vayan al teatro, a divertirse. Se van a reír , es una forma de hacer catarsis.
La próxima puesta es el 6 de julio en La Ventolera